Las cédulas hipotecarias son un tipo de bonos que emiten las entidades financieras y que ofrecen una rentabilidad fija. La garantía existente en este tipo de bonos es la cartera hipotecaria de la entidad que los emite.
La entidad emisora de los bonos puede amortizar por anticipado parcial o totalmente la emisión durante toda la vida de la misma. La regulación estipula que las cédulas hipotecarias no pueden situarse por encima del 80% de la cartera elegible, y suelen ser emisiones a medio plazo, que se amortizan en un periodo de entre uno y tres años. Estos títulos hipotecarios pueden ser nominativos, a la orden o al portador.
Las emisiones de estos bonos se encuentran restringidas a todas las entidades de crédito oficial, sociedades de crédito y cajas de ahorro. Estos títulos se emiten en forma de escritura pública por parte de las entidades financieras con la finalidad de buscar financiación, a través del capital recibido pagarán los intereses de la propia operación.
En función de las garantías hipotecarias que se ofrezcan, podemos distinguir entre dos tipos de cédulas hipotecarias, que son: cédulas hipotecarias con garantía global, cuando la garantía se encuentra compuesta por el conjunto de los préstamos hipotecarios de la entidad salvo que sean los que respaldan las del otro tipo, que son las de garantía especial, compuesta por una parte de los préstamos hipotecarios de la entidad.
Su funcionamiento es muy sencillo, ya que los bonos o valores emitidos varían según las hipotecas que tiene la propia entidad bancaria. El banco divide las hipotecas en cédulas hipotecarias que transforma en bonos, que son ofrecidos a los clientes, quienes, al mismo tiempo, disponen del aval de los préstamos ya concedidos. Con el dinero que recoge de la emisión de los valores, el banco tiene la posibilidad de conceder más hipotecas.
Ventajas y desventajas de las cédulas hipotecarias
Una vez ya conocido qué son las cédulas hipotecarias y su funcionamiento, conviene conocer sus ventajas y desventajas. Entre las primeras hay que destacar que su riesgo es limitado y ofrecen seguridad de cobro, además de conocer el plazo de amortización, que es fijado previamente. También permite disfrutar de una liquidez de manera inmediata, por lo que en cuando se desee podrá ser vendida a un tercero en el mercado secundario, y que ese tercero sea el que herede el derecho de cobro.
A su favor, también tienen que proporcionan un rentabilidad fija y predecible, al conocerse de antemano, como sucede con la amortización, siendo frecuente que el cálculo sea realizado anualmente. Asimismo, ofrecen bajas comisiones e incluso nulas, y habitualmente las entidades bancarias no cobran comisión alguna por su compra. A todo lo anterior hay que sumar que disponen de una doble garantía, dado que, junto a la garantía de pago del emisor, se cuenta con el derecho de cobro sobre la cartera hipotecaria con respecto al resto de acreedores de la caja o entidad bancaria.
Sin embargo, al igual que sucede con otros productos, también lleva asociados algunos inconvenientes y riesgos, entre los que destaca que si el título cotiza a la baja al llegar a su vencimiento, se puede perder dinero en la operación, ya que existe cierto riesgo de liquidez. Además, si se toma la decisión de vender la cédula hipotecaria antes de su vencimiento por necesidad de financiación, esta tendrá que ponerse a la venta en un mercado secundario, lo que a su vez implica que haya que esperar a que haya una persona que esté interesada en comprarla, con lo que ello puede suponer.
Regulación y entorno jurídico de las cédulas hipotecarias
El marco regulatorio que rige las cédulas hipotecarias es estricto y tiene como objetivo principal proteger tanto a los inversores como a la estabilidad del sistema financiero. En muchos países, las leyes establecen que las entidades emisoras deben mantener un nivel adecuado de solvencia y cumplir con ciertas ratios de cobertura para poder emitir estos instrumentos financieros.
Por ejemplo, en España, la Ley 2/1981 de Regulación del Mercado Hipotecario y su normativa complementaria regulan la emisión de cédulas hipotecarias. Esta legislación impone límites claros sobre el valor de las hipotecas que pueden servir como garantía y establece requisitos estrictos de transparencia y divulgación para las entidades emisoras.
La supervisión y control de estas emisiones recaen en organismos reguladores financieros, como el Banco de España, que asegura que las entidades cumplan con las normativas establecidas y mantengan la solvencia necesaria para respaldar las emisiones. Además, los inversores tienen derecho a acceder a información detallada sobre las hipotecas que respaldan las cédulas, lo que les permite evaluar el riesgo asociado de manera más precisa.
En el contexto internacional, las cédulas hipotecarias se asemejan a otros instrumentos financieros similares, como los «covered bonds» en Europa y otros mercados desarrollados. Estos instrumentos también están sujetos a regulaciones estrictas que buscan garantizar su estabilidad y minimizar el riesgo para los inversores.
Impacto económico de las cédulas hipotecarias
Las cédulas hipotecarias juegan un papel crucial en la economía al proporcionar una fuente de financiación estable y de largo plazo para las entidades financieras. Esta financiación, a su vez, permite a los bancos ofrecer hipotecas a tasas competitivas, lo que puede estimular el mercado inmobiliario y, por ende, la economía en general.
Al convertir las hipotecas en cédulas hipotecarias, las entidades financieras pueden liberar capital y mejorar su liquidez, lo que les permite otorgar más préstamos hipotecarios. Este ciclo de financiación y préstamo contribuye a la dinamización del mercado inmobiliario, facilitando el acceso a la vivienda para un mayor número de personas.
Asimismo, para los inversores, las cédulas hipotecarias representan una opción de inversión segura y rentable, con un perfil de riesgo relativamente bajo en comparación con otros instrumentos financieros. Esto las convierte en una alternativa atractiva para aquellos que buscan diversificar su cartera de inversiones y obtener ingresos fijos.