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Las temidas comisiones del banco ¿por qué?

euros

Desde el pasado año, muchos bancos han empezado a cobrar por servicios que antes ofrecían a coste cero, y han endurecido las condiciones por las cuales algunos clientes evitaban estos pagos. La crisis ocasionada por la pandemia y el contexto de bajos tipos de interés han reducido la rentabilidad de la banca comercial hasta el punto de hacer necesaria la obtención de ingresos por otras vías, y son la razón de las recientes concentraciones bancarias, autorizadas por el regulador por ser una de las escasas alternativas para evitar quiebras y empeoramientos de los balances. Esta situación debería ser vista como un mal menor para lograr mantener un sector bancario sano y capaz de mantener engrasada la maquinaria financiera, pero puede ser poco consuelo para todos aquellos que van a tener que destinar más renta a pagar estos servicios. Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de comisiones? ¿Cuánto tendremos que paga? Y lo más importante, ¿podremos evitarlo?

Un pago por servicios

Las comisiones bancarias son los pagos exigidos por acceder a los servicios ofrecidos por la banca comercial. Estos pueden ser el mantenimiento de una cuenta corriente, la emisión y mantenimiento de tarjetas, la retirada de efectivo en caja o en cajero, el uso de oficinas, etc. Durante los últimos años, la estrategia de muchos bancos tradicionales ha sido dual en este sentido: por un lado han incrementado los cobros por estos servicios y por otro han intentado reducir costes minimizando algunos de ellos, ya sea estableciendo requisitos para hacer uso de los servicios de caja o cerrando oficinas. Estas estrategias están destinadas a poder hacer viable su negocio, ante las dificultades de mantener la rentabilidad por la vía tradicional, esto es, financiándose a costes bajos a través de los depósitos de sus clientes y prestando a tipos superiores. Los tipos de interés en torno a los que la banca comercial se mueve siempre se mantienen cercanos a los marcados por el mercado interbancario, que a su vez son consecuencia directa de la política monetaria ejecutada por los bancos centrales. Desde la crisis de deuda en Europa, el Banco Central Europeo ha luchado por mantener bajos los tipos de interés, hasta el punto de haber llegado al 0% durante los últimos cinco años. Dada esa coyuntura, el diferencial de tipos en el que los bancos comerciales pueden actuar se ha estrechado drásticamente, por lo que se ha hecho indispensable explorar otras vías de negocio, y es aquí donde hacen presencia las comisiones. Dada la poca libertad con la que todo asalariado cuenta actualmente a la hora de decidir si abrir y mantener una cuenta bancaria o guardar su dinero bajo el colchón, parece intuitivo pensar que dichas comisiones representan un callejón sin salida.

¿Qué comisiones existen?

La más temida, sin duda, es la comisión por mantenimiento, es decir, aquella que cobran los bancos por mantener una cuenta abierta, al margen de los movimientos que hagamos. Es la más cara, pero también la más fácil de evitar, al menos en parte, dado que todos los bancos fijan su cuantía en función de si se cumplen determinadas condiciones (aquellas que dijimos al principio que se estaban endureciendo). Estas exenciones, parciales o totales, aparecen en el contrato de nuestra cuenta y suelen consistir en haber suscrito algún producto del banco, como un préstamo o una hipoteca, o haber domiciliado algún pago. La liquidación de la comisión de mantenimiento se puede producir con frecuencia mensual o trimestral, dependiendo del banco, y suele oscilar, de tener que pagarse, entre los 240 euros anuales que cobran Banco Santander y CaixaBank a los clientes que no cumplen ciertas condiciones, y los 45 que cobra Bankinter a dichos clientes. Es obvio señalar que la comisión de mantenimiento se puede evitar o minimizar si se es “un buen cliente”, pero en muchas ocasiones no será tarea fácil, por lo que parece recomendable atender al contrato suscrito con el banco para saber qué pasos seguir o, directamente, si nos conviene cambiarnos a la competencia.

Otra de las comisiones clásicas es la comisión de administración, si bien nos debería preocupar menos. Es aquella aplicada por cada movimiento efectuado con la cuenta, como transferencias, retiradas de efectivo o pago de cheques, y suele tener un coste de entre 0.4 y 0.6 €. Digo que debe preocuparnos menos porque es relativamente fácil de evitar, ya que suele estar limitada a operaciones de caja, y no así a las efectuadas a través de cajero o banca online, por lo que si nos movemos con soltura sin necesidad del servicio tradicional, la evadiremos sin problemas.

Respecto al resto de comisiones reseñables, caben destacar las comisiones por emisión o mantenimiento de tarjetas de débito o crédito, muy dependientes de la cuenta que tengamos suscrita con el banco, las comisiones por transferencia, fácilmente evitables si manejamos medios alternativos como Bizum o Paypal, o las comisiones por descubierto, que dependen fundamentalmente de la responsabilidad con la que manejemos la cuenta.

Sortear las comisiones

Si bien hemos mencionado que estos cobros se han encarecido, especialmente desde junio, y que a día de hoy es prácticamente imposible vivir sin vinculación a la banca comercial, aún es posible evitar parcial o totalmente desangrarnos cada mes o cada año pagando comisiones. Ya se han mencionado algunas formas, fundamentalmente prescindir de los servicios de oficina (usando mayoritariamente cajeros y banca online) y “ser un buen cliente”, al suscribir productos o domiciliar pagos, pero lo que no se ha comentado es que, si no nos cuesta desprendernos de los servicios tradicionales de atención al cliente, cambiar de banco para unirnos a una institución de las llamadas fintech puede ser la mejor decisión. Estos bancos, totalmente digitales (no tienen oficinas y funcionan por completo de forma online), no suelen exigir ningún tipo de comisión y son cada vez más populares por su sencillez y buen funcionamiento. Si nuestro uso de los servicios bancarios no es intensivo, y nos manejamos sin problemas con las nuevas tecnologías, esta puede ser nuestra mejor decisión.   

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