Dicen que es importante conocer la Historia para no repetir los errores del pasado. También se dice que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. En el caso de las burbujas especulativas se cumple el segundo supuesto. A veces, por mucho que sepamos dónde está el fallo seguimos adelante, seguimos ordeñando la vaca aunque sepamos que se va a quedar sin leche.
El mundo financiero no es ninguna excepción, todo lo contrario. Los hay por ejemplo que se empeñan en utilizar estrategias o sistemas matemáticos, como la martingala, que son propios de la ruleta, cuando se sabe que por mucho que lo puedan parecer no funcionan; la Bolsa no es un casino y las circunstancias que rodean a una cosa y a otra no tienen nada que ver. La teoría se sabe pero a veces la memoria financiera juega a ser muy selectiva.
Los especuladores conocen las dinámicas de las burbujas, cómo se crean y las consecuencias que se producen cuando explotan, pero aún así a menudo se siguen corriendo riesgos con la única garantía de tener la esperanza de que la explosión no nos salpique a nosotros cuando se produzca.
Por raro que parezca que una simple flor pueda ser la “culpable” de todo, la crisis de los tulipanes o la “tulipomanía” que se dio en Holanda en 1637 marca los patrones que se han repetido en otras depresiones financieras que se han producido con posterioridad.
El entramado para la compra-venta de bulbos de tulipán que se montó ya en el siglo XVII se considera además como el auténtico germen de los mercados de futuros, aunque oficialmente los primeros contratos de este producto financiero se realizarán unos años más tarde en Japón.
Pese a que no se tiene demasiada información original sobre la época, la historia de la crisis de los tulipanes se dio a conocer en el siglo XIX gracias al libro Delirios Populares Extraordinarios y la Locura de las Masas, todo un clásico en el mundo financiero. El libro del escocés Charles Mackay, cuyo título es bastante representativo, recoge tres burbujas especulativas vividas en Inglaterra, Francia y Holanda, siendo ésta última la primera cronológicamente.
La flor del tulipán había llegado a Holanda a finales del siglo XVI procedente de lo que ahora es Turquía y se utilizaron como elemento ornamental en palacios y jardines de edificios importantes, por lo que pronto se asociaron con la idea de riqueza.
En los años de la Guerra de los 30 Años, entre 1618 y 1648, los Países Bajos se desarrollaron mucho como nación y vivieron una gran apertura comercial que los situó como una de las grandes potencias europeas a nivel mundial.
Los tulipanes se convirtieron en un objeto de coleccionismo para las clases más pudientes, su precio fue creciendo y aunque solamente se podían distribuir realmente en verano, los comerciantes empezaron a vender los bulbos antes que la flor, de manera que se compraba el producto antes de que éste existiera siquiera. De esta manera los tulipanes pasaron de ser una flor a ser el germen de lo que luego se han denominado futuros financieros.
Poco a poco fueron entrando en el mercado de tulipanes las clases medias, pequeños inversores como comerciantes y artesanos. La guerra especulativa con los precios fue atroz; se llegaron a pagar 100.000 florines por cuatro docenas de bulbos cuando el salario anual de un artesano especializado era de unos 200 florines. Se empezaron a intercambiar derechos sobre los bulbos y muchas veces ni siquiera se llegaba a recibir el producto, era pura especulación.
Mientras hubo tulipanes, demanda y ganancias para todos, la cosa fue bien. Pero en cuestión de un año todo cambió. Las cosechas de 1637 no fueron tan buenas como se esperaba debido a las condiciones meteorológicas. Se puso en entredicho el sistema de garantías de las entregas y las ventas se empezaron a multiplicar, todo el mundo quería deshacerse de sus tulipanes.
La burbuja del tulipán estalló y fue un desastre para la economía del país. Sin embargo, por lo menos los holandeses sí supieron aprender la lección y transformaron un sistema especulativo de compra-venta en una industria exportadora, convirtiendo a un país con una climatología adversa en uno de los mayores vendedores de flores en el mundo.