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La Fórmula Greene: Una guía para construir tu patrimonio según tu edad

ahorros

Construir un patrimonio financiero sólido es uno de los pilares fundamentales para garantizar estabilidad económica y tranquilidad a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, en el contexto económico actual, caracterizado por la volatilidad laboral, el incremento del coste de vida y la incertidumbre financiera, muchas personas se preguntan si están en el camino correcto hacia la seguridad económica. La Fórmula Greene, desarrollada por la experta en finanzas Kimmie Greene, ofrece una respuesta práctica a estas inquietudes, estableciendo objetivos patrimoniales en función de la edad y el nivel de ingresos.

A diferencia de otras metodologías que se centran exclusivamente en el ahorro, la versión moderna de la Fórmula Greene contempla el patrimonio neto total, incluyendo tanto activos financieros como materiales, menos las deudas contraídas. Este enfoque integral proporciona una visión más realista de nuestra situación financiera y establece metas alcanzables a lo largo de diferentes etapas vitales.

¿Qué es el patrimonio neto y cómo calcularlo?

El concepto de patrimonio neto va más allá del dinero ahorrado e incluye la suma de todos los bienes y activos de valor que una persona posee, restando las deudas pendientes. Para calcularlo de manera precisa, debemos sumar todos nuestros activos (dinero en efectivo, cuentas bancarias, inversiones, propiedades, vehículos y otros bienes de valor) y restar todas nuestras deudas (hipotecas, préstamos, tarjetas de crédito, impuestos pendientes y otras obligaciones financieras).

Este cálculo nos proporciona una fotografía clara de nuestra situación financiera actual. Por ejemplo, si una persona compra una vivienda de 200.000 euros con un 80% de hipoteca y tiene 10.000 euros en el banco, su patrimonio neto sería de 50.000 euros: 40.000 euros de capital inmobiliario (la parte de la casa ya pagada) más los 10.000 euros en efectivo. Este será el punto de partida sobre el que establecer objetivos realistas siguiendo la Fórmula Greene.

Objetivos patrimoniales por edades según la Fórmula Greene

La metodología establece metas progresivas para diferentes etapas de la vida, utilizando como referencia el salario anual bruto. Estos objetivos representan una guía general que, si bien debe adaptarse a las circunstancias particulares de cada persona, proporciona un marco de referencia valioso para la planificación financiera a largo plazo.

Los inicios: de los 20 a los 30 años

El comienzo de la vida adulta marca también los primeros pasos en la construcción patrimonial. A los 20 años, el objetivo recomendado es modesto pero significativo: acumular el equivalente al 25% de los ingresos anuales netos. Esto supondría entre 1.500 y 3.750 euros para la mayoría de los jóvenes que compaginan estudios con trabajos a tiempo parcial. Establecer el hábito del ahorro desde temprana edad sienta las bases para una disciplina financiera que resultará fundamental en etapas posteriores.

Al llegar a los 30 años, tras algunos años de experiencia laboral, el objetivo se incrementa sustancialmente: acumular un patrimonio neto equivalente a un salario bruto anual completo. Este salto representa un desafío importante, especialmente en el contexto español, donde la precariedad laboral juvenil y el elevado coste de la vivienda dificultan el ahorro sistemático. Sin embargo, es en esta década donde muchos comienzan a invertir en su primera vivienda, lo que contribuye significativamente al crecimiento patrimonial.

Crecimiento acelerado: de los 35 a los 50 años

Entre los 35 y los 50 años, la Fórmula Greene establece un ritmo de crecimiento patrimonial constante y ambicioso. A los 35 años, el objetivo es alcanzar un patrimonio equivalente a dos veces el salario anual bruto. Esta meta se incrementa progresivamente cada cinco años, añadiendo el equivalente a un salario anual adicional. Así, a los 40 años se deberían tener tres veces el salario; a los 45 años, cuatro veces; y a los 50 años, cinco veces.

Este patrón implica un ritmo de ahorro aproximado del 20% anual durante cada quinquenio, lo que requiere una planificación financiera rigurosa. En estas etapas, las estrategias más efectivas incluyen maximizar ingresos a través del desarrollo profesional, mantener una disciplina constante de ahorro, diversificar inversiones para obtener rendimientos óptimos, reducir progresivamente el endeudamiento y aprovechar ventajas fiscales en productos financieros.

Durante estas décadas, las personas suelen encontrarse en su pico de capacidad productiva, lo que facilita mantener este ritmo de ahorro e inversión, siempre que se establezcan prioridades claras y se eviten gastos suntuarios o endeudamientos innecesarios que puedan comprometer los objetivos a largo plazo.

Preparación para la jubilación: de los 55 a los 65 años

En la última década de vida laboral activa, la Fórmula Greene mantiene el mismo ritmo de crecimiento patrimonial, pero con un enfoque más conservador en cuanto a la gestión de ese patrimonio. A los 55 años, el objetivo es alcanzar seis veces el salario anual bruto; y a los 60 años, siete veces.

Durante esta etapa, la estrategia de inversión debería orientarse hacia la preservación del capital y la generación de ingresos pasivos que complementen la futura pensión. La diversificación y el control del riesgo se vuelven especialmente relevantes, ya que el horizonte temporal para recuperarse de posibles pérdidas es más limitado. Es el momento de consolidar lo conseguido y prepararse para una transición suave hacia la etapa de jubilación.

Adaptación a la realidad individual

Si bien la Fórmula Greene ofrece una guía valiosa, es fundamental entender que cada situación personal es única. Factores como la estructura familiar, la situación del mercado laboral, el coste de vida regional o circunstancias imprevistas pueden alterar significativamente la capacidad de ahorro e inversión de cada persona.

Lo verdaderamente importante no es cumplir estrictamente con estos porcentajes, sino establecer una planificación financiera coherente con nuestras circunstancias particulares y mantener una disciplina constante orientada a la construcción patrimonial. Incluso si no se alcanzan exactamente los objetivos propuestos, el simple hecho de tener una referencia clara y trabajar sistemáticamente hacia ella ya supone un avance significativo respecto a la improvisación financiera.

En última instancia, la Fórmula Greene nos recuerda que la construcción de un patrimonio sólido no es fruto de la suerte o de decisiones aisladas, sino de un proceso metódico y continuado que requiere visión a largo plazo, disciplina y adaptación constante a las circunstancias cambiantes de nuestra vida económica. Lo más valioso de este método no son tanto las cifras concretas como el enfoque progresivo y estructurado que propone para la gestión patrimonial a lo largo de toda la vida laboral.

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