Los inversores siguen siendo prudentes a la hora de hablar del coronavirus. Sin embargo, tras el último repunte de casos y víctimas mortales de la enfermedad, los mercados financieros comienzan a mostrar cierta preocupación. No en vano, en algunos mercados europeos, asiáticos y de América del Norte ha habido caídas generalizadas de más del 1%.
Existe en la actualidad el peligro real de subestimar el probable impacto económico de esta crisis. El sector manufacturero chino, en particular, se enfrenta a un desafío sin precedentes, ya que las cadenas de suministro se están viendo muy afectadas.
El shock de demanda
Hasta la fecha, más de 80 ciudades chinas están cerradas, incluidas áreas enteras de cinco provincias del país: Hubei, Liaoning, Jiangxi, An’hui y Mongolia Interior, por lo que se hallan afectadas más de 275 millones de personas. Y desde el pasado 10 de febrero, grandes ciudades como Pekín o Shangai han restringido aún más el movimiento de personas.
Los gobiernos locales de estas zonas solo permiten que una persona de cada hogar salga cada dos días para comprar artículos de primera necesidad. Esto está afectando gravemente a la economía china. Aún no disponemos de cifras reales sobre las pérdidas, pero estas se supone que son ya muy cuantiosas.
Los problemas en el sector servicios chino tienen que ver principalmente con el shock de demanda. Esto probablemente se solucionará una vez que se contenga la epidemia, pero la situación puede tornarse muy grave si el coronavirus continúa expandiéndose.
Los problemas en la industria manufacturera china
La industria manufacturera comprende casi un tercio de la economía china. Las líneas de fabricación se han detenido, por lo que la brecha entre la oferta y la demanda de productos chinos es muy amplia. El IPC chino aumentó en enero un 5,4%, lo que supone la tasa mensual más alta desde octubre del 2011.
Para mantener a flote la economía, el gobierno ha implementado una serie de medidas financieras. Entre estas últimas se incluyen unos intereses de préstamos más bajos, reducción de impuestos y exenciones y una inyección de más de 26.000 millones de euros para que el mercado disponga de liquidez. Unas medidas que aliviarán la situación financiera, pero que no dan solución a los problemas de las cadenas de suministro manufactureras.
Muchos fabricantes no pueden reanudar su actividad porque no tienen suministros en materias primas y sus trabajadores se hallan en casa por la cuarentena. Grandes compañías chinas están teniendo muchos problemas con sus pedidos, pagos de salarios, entregas de mercancías, pagos de deudas, logística y transporte.
A todo esto, hay que añadir que muchas pequeñas compañías no tienen la autorización del gobierno para reanudar sus trabajos. Esto supone que más del 40% de las empresas del país van a sufrir pérdidas durante este año. Una situación que puede llevar al cierre de muchos negocios pequeños.
La cadena de suministro global
Toda esta situación está ya afectando a la cadena de suministro mundial. Grandes fabricantes y empresas de todo el mundo están sufriendo las consecuencias de la inestable situación financiera en China. Una compañía como Apple, por ejemplo, ya anunciado que el anuncio de su nuevo iPhone, previsto para marzo, podría retrasarse.
El coronavirus está siendo todo un shock tanto para el mercado financiero chino como para los que intervienen en él desde cualquier parte del mundo. Además, los expertos vaticinan que incluso conteniendo la enfermedad en las próximas semanas el impacto en la economía china y mundial sería a largo plazo.
Las perturbaciones en la oferta y la demanda podrían combinarse para llevar a China a la estanflación, una situación para la cual no existen políticas monetarias o fiscales efectivas.
La incertidumbre por la enfermedad, agravada por la guerra comercial entre China y Estados Unidos, obligará a las compañías a replantearse su dependencia de la fabricación china y la idea de una cadena de suministro global. No sería nada extraño ver a otros países desarrollando centros de suministros propios, lo que también sería una mala noticia para el gigante asiático.
La bajada de tipos a medio plazo del Banco de China
El Banco Popular de China, por su parte, ha recortado en 10 puntos básicos el tipo de interés aplicado en su facilidad de préstamo con vencimiento a un año. Quiere esto decir que pasa a situarse en el 3,15% frente al 3,25% anterior, lo que supone el menor coste de financiación a medio plazo desde el año 2017.
Esta medida trata de ayudar a los bancos y prestatarios a sobrellevar la interrupción económica que está sufriendo el país a consecuencia del coronavirus. Un movimiento que ayudará a reducir los tipos de la parte a más largo plazo de la curva.
No obstante, esta medida tendrá que venir acompañada en un futuro de una expansión de las cuotas de préstamo y en una relajación de las restricciones sobre la banca en la sombra. De esta manera, se podría dirigir más crédito a aquellas pequeñas y medianas empresas que se hallan en problemas.
Además, el Banco Central de China ha llevado a cabo una operación de recompra inversa por importe de más de 13.000 millones de euros, con vencimiento a siete días y un interés del 2,40%.
Las medidas del sector bancario chino tratan de mantener una liquidez razonable y abundante en el sistema. Además, se busca principalmente que la operativa del mercado se mantenga estable durante el periodo de control de la epidemia.
En los últimos días se ha sabido también que el Banco Central de China destruirá papel moneda de las zonas afectadas por el coronavirus. La idea es eliminar billetes potencialmente contaminados y garantizar la seguridad en las transacciones.
Tal y como puede apreciarse, la situación de la economía china a consecuencia del coronavirus es muy convulsa en todos los sectores. El país se halla prácticamente detenido y la brecha entre la oferta y la demanda se hace cada vez más grande. La mayoría de las grandes empresas apenas pueden hacer nada al tener su mano de obra bajo mínimos.