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Cómo conseguir un préstamo hipotecario

Una vez que tenemos claro que queremos comprar una vivienda y que precisamos de un préstamo hipotecario, lo primero que hay que realizar es una recopilación de toda la información posible para no cometer ningún error de importancia que en el futuro pueda costarnos un disgusto. Para ello es necesario conocer con detalle la situación del mercado hipotecario, de ahí que resulte preciso buscar, comparar y analizar las distintas propuestas de las entidades bancarias.

Un préstamo hipotecario adaptado a nosotros

Debemos buscar el préstamo hipotecario que mejor se adapte a nuestras necesidades, comprobando cuáles son nuestros ahorros, el plazo de amortización, si tendremos la posibilidad de hacer frente a los pagos mensuales y a todo ello incorporar una serie de márgenes para posibles gastos con los que no contemos.

Para entender mejor lo que nos ofrecen los bancos, es preciso consultar las distintas propuestas de préstamos que ofrecen las entidades financieras. En este proceso de recopilación de información se hace más necesario que nunca apuntar todas aquellas dudas que nos puedan surgir para que los profesionales nos las resuelvan y así tener las ideas más claras. Entre los requisitos y condiciones de este tipo de productos bancarios encontraremos términos que pueden resultar complejos para la mayoría.

Tipos de préstamos hipotecarios

A la hora de solicitar un préstamo hipotecario te encontrarás tres clases de préstamos hipotecarios:

  • A tipo variable: el tipo de interés de nuestra hipoteca estará asociado a un índice de referencia, que por lo general suele ser el euríbor. De esta forma, la cuota que abonaremos periódicamente no será fija y variará según lo haga el euríbor.
  • A tipo fijo: en este caso, tanto la cuota mensual como el tipo de interés que asumiremos cada mes no variarán durante la vida del préstamo. Todos los meses se paga lo mismo, al margen de que los tipos de interés del mercado varíen.
  • A tipo mixto: este tipo de hipotecas aplican durante los primeros años del préstamo un tipo fijo, para a continuación aplicar un interés variable que dependerá del euríbor.

Hay una serie de términos que debemos tener en cuenta y con los que nos familiarizaremos antes de solicitar a una entidad bancaria un préstamo. Básicamente se tratan de TIN, TAE y euríbor.

El TIN hace referencia al Tipo de Interés Nominal, que se trata del precio que cobran los bancos por prestar dinero. Este interés se calcula aplicando un tipo o porcentaje sobre el dinero que se presta al cliente, siempre sobre el capital que aún está pendiente de devolver. No se tiene en cuenta ni los gastos ni comisiones.

En cuanto a la TAE, que se trata del acrónimo de Tasa Anual Equivalente, es el tipo de interés que señala el coste efectivo de un préstamo durante un tiempo concreto. Por medio de una fórmula matemática se calcula dicho parámetro valorando la frecuencia de pagos, el tipo de interés nominal de la operación, las comisiones de la entidad bancaria, así como aquellos gastos provocados por la operación.

El último término que debemos tener en consideración es euríbor. Este índice muestra el tipo de interés promedio al que las principales entidades financieras de Europa se prestan capital entre sí, con una variación permanente. Esta fluctuación es la que establecerá la variación de la cuota mensual, que suele revisarse con un periodo de seis o doce meses.

Las comisiones a tener en cuenta

A la hora de decantarse por un préstamo hipotecario, también hay que valorar las comisiones asociadas. No solo habrá que asumir durante un periodo que va de 20 a 30 años una cuota mensual, también tendremos que pagar unas comisiones en función del banco que se elija. Entre las más comunes se encuentran las siguientes:

  • Comisión de apertura: se calcula tomando como referencia el total del préstamo hipotecario. Se abona al comienzo del préstamo como compensación a la entidad financiera por las gestiones y trámites de formalización del producto.
  • Comisión de cuenta vinculada a la hipoteca: es probable que ciertos bancos nos obliguen a abrir una cuenta que sirva para gestionar el pago de las cuentas. En muchos casos, de ser clientes del mismo, suelen quitarla.
  • Comisión por cancelación por reembolso anticipado: en algún momento, antes de lo previsto, es posible que decidas anular el crédito hipotecario abonando el capital que te falta. Además de la cantidad que pretendes reembolsar, deberás pagar los intereses y una cantidad como compensación por el pago anticipado parcial o completo.

Condiciones más frecuentes para conseguir una hipoteca

La solvencia económica es uno de los requisitos que tienen en cuenta las entidades antes de conceder el préstamo hipotecario, pero hay otros que debes tener en cuenta:

  1. Tener al menos el 40% del valor de la vivienda: contar con unos ahorros suficientes será una de las condiciones básicas para solicitar una hipoteca. A diferencia de otras épocas, los bancos solo cubren una parte del valor de compraventa. Suele oscilar en torno al 30-40%, a lo que habría que añadir los gastos habituales de compraventa y de escritura, que suelen representar el torno al 10% del coste del inmueble.
  2. Ingresos suficientes: requerirán que tengamos un sueldo o un ingreso mensual fijo. En el caso de que la nómina no resulte suficiente para cubrir la cantidad requerida por el banco, se puede solicitar la hipoteca de manera conjunta con otro titular.
  3. Estabilidad laboral: la entidad bancaria nos exigirá contar con un empleo indefinido, a poder ser con cierta antigüedad. De esta manera le daremos más confianza al entender que no nos quedaremos sin trabajo y de que contamos con el dinero suficiente para afrontar las cuotas.
  4. Buen historial crediticio: resultará complicado obtener un préstamo en el caso de que en el pasado conste algún tipo de impago o registro en la lista de morosos.
  5. Disponer de avales: si el banco entiende que con nuestro perfil financiero no podemos acceder al préstamo, lo más probable es que nos requieran avales. El avalista es el responsable solidario de la deuda contraída a la hora de firmar el contrato, por lo que se verá obligado a responder con su patrimonio en caso de impago.
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